- Según indican los expertos, si bien durante la última década las dimensiones del agujero han sido estables, en los últimos tres años su tamaño ha incrementado. Una inquietud que complica a la comunidad y que cobra relevancia junto a la conmemoración del Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono en septiembre, en la que se promueven diversas iniciativas para su protección y una mayor concientización frente al desarrollo de un entorno más sostenible.
Debido a su ubicación geográfica, Chile es uno de los países más cercanos al agujero de ozono ubicado en la Antártida; el más grande y preocupante según la comunidad científica. Dato que ha cobrado especial relevancia tras el reciente pronóstico del Laboratorio de Investigaciones Atmosféricas de la Universidad de Magallanes, que asegura que -debido al crecimiento inesperado que ha tenido esta irregularidad en la capa durante el último periodo- la ciudad de Punta Arenas podría quedar situada al borde de este agujero.
Según indican los expertos, si bien durante la última década las dimensiones del agujero han sido estables, en los últimos tres años su tamaño ha incrementado. Una inquietud que complica a expertos de la comunidad considerando el necesario rol de la Capa de Ozono para el planeta -cuya función es absorber los rayos ultravioletas que pueden causar quemaduras y otros efectos perjudiciales para la salud y el medio ambiente- y que cobra relevancia junto a la conmemoración del Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono en septiembre, en la que se promueven diversas iniciativas para su protección y una mayor concientización frente al desarrollo de un entorno más sostenible.
“A medida que avanzamos hacia un futuro más sostenible, es esencial relevar la importancia de proteger la capa de ozono como una de las barreras protectoras vitales para nuestro planeta. La eliminación gradual de sustancias que agotan el ozono en nuestra industria es un paso crucial. Al optar por alternativas ecológicas y eficientes en términos de energía a través del uso de tecnologías para alcanzar la eficiencia energética, podemos contribuir significativamente a su preservación y a la creación de un futuro más saludable para las generaciones venideras”, dice Andrés Varela, líder en sostenibilidad para el Clúster Sur Andino en Schneider Electric.
Hace cuatro décadas, científicos de la Universidad de California identificaron los primeros signos de daño en la capa de Ozono. Su investigación reveló que los aerosoles y refrigerantes que contenían clorofluorocarbonos (CFC) estaban dañando la ionosfera al liberar átomos de cloro que atacan directamente las moléculas de ozono, disminuyendo su cantidad. Este descubrimiento llevó a tomar acciones para limitar su uso y desarrollar iniciativas destinadas a restaurar la ionosfera a su estado natural. Una de las más destacadas; la firma del Protocolo de Montreal, en el que casi 100 países se comprometieron a establecer medidas concretas para reducir la producción y el uso de sustancias que dañan la capa de ozono.
Con esto, se estima que para el año 2040 se alcance un nivel de recuperación similar al registrado a principios de la década de 1980. Sin embargo, aún existen retos para alcanzar las metas propuestas. A medida que la temperatura global aumenta, se espera que la demanda de sistemas de refrigeración y aire acondicionado también crezca, lo que podría llevar a un aumento en la producción de gases de efecto invernadero. Estos, aunque no afectan directamente la capa de ozono, contribuyen al calentamiento global y, por lo tanto, pueden tener efectos indirectos sobre la capa, según aseguran expertos de Schneider Electric.
En particular, desde la compañía están avanzando en la meta de lograr la carbono neutralidad en todas sus operaciones, incluyendo la reducción absoluta de CO2 en la totalidad de su cadena de valor, con un 90% de energía eléctrica proveniente de energías renovables.
“La industria tiene a su disposición diversas opciones para alcanzar este objetivo. En primer lugar, la digitalización emerge como una valiosa oportunidad para revitalizar los procesos de producción. Este enfoque no solo impulsa la productividad, sino que también abre el camino hacia una estrategia efectiva de sostenibilidad. Así, la incorporación de tecnología brinda soluciones para optimizar el uso de recursos y mejorar los indicadores de eficiencia energética, lo que a su vez nos capacita para reducir significativamente las emisiones de estos gases nocivos para la capa de ozono y el medioambiente”, agrega Varela.
Para conocer y reducir el impacto ambiental, las organizaciones pueden usar herramientas que generan reportes en tiempo real que permiten tomar decisiones informadas. Es en este marco que Schneider Electric, dio a conocer recientemente la herramienta gratuita llamada Lifecycle CO2e TradeOff, que calcula con precisión la huella de carbono total de los centros de datos, considerando las emisiones de Alcance 1, 2 y 3. Con esta solución, las empresas pueden medir su huella de carbono total, incluyendo servicios subcontratados de proveedores de servicios en la nube y colocación.
De igual forma las empresas pueden establecer sinergias colaborativas con un amplio propósito sustentable, desde las cuales es posible proponer y poner en marcha planes de acción para propiciar modelos de trabajo verdes. Un ejemplo de estos es el movimiento “Agentes de Impacto” el cual ha sido gestado desde Schneider Electric para ayudar a las organizaciones en sus esfuerzos de sostenibilidad. Una iniciativa desde la cual se busca ofrecer acceso a eventos, talleres, colaboraciones, contenido y reuniones con nuestro equipo de expertos, con el objetivo de maximizar el impacto sostenible de las empresas.