Vivian Budinich, Gerente de Marketing Corporativo y Sostenibilidad de Empresas Iansa
Cada vez escuchamos el término Diversidad e Inclusión con más frecuencia y en distintos escenarios. Por un lado, la más reciente normativa de la CMF NC461 incorpora en la reportería de las empresas tópicos sociales. A su vez, los inversionistas a nivel internacional, como BlackRock, ya han incorporado las temáticas ESG (Medioambiente, Social y Gobierno Corporativo por sus siglas en inglés) y algunos bancos están cada vez más atentos y prestos a financiar proyectos que incorporen temáticas sociales al interior de las empresas, que consideren D&I. Por su parte, la sociedad en general está más atenta a que se consideren estos temas para lograr un óptimo desarrollo sostenible.
La pregunta pertinente es: ¿Por qué hoy? ¿Qué ha cambiado en los últimos años? A nivel internacional, movimientos tales como “Woke”, “Me Too”, “Black Lives Matter”, entre otros, han evidenciado la existencia de temáticas sociales importantes que requieren ser abordadas en forma consciente y urgente, y que nos obliga a estar más atentos a temas de índole social, racial y de género, entre otros tópicos. De aquí se desprende la importancia de incorporar acciones de diversidad e inclusión en las empresas y también en la sociedad.
De parte de las compañías, existe evidencia de un estudio de McKinsey & Company publicado en 2018, que reafirma la importancia de la correlación entre la diversidad -definida como una mayor proporción de mujeres e individuos étnica y culturalmente diversos- en el liderazgo de grandes compañías y el mejor rendimiento financiero. Para ello, utiliza dos medidas de rendimiento financiero: rentabilidad y creación de valor. Las compañías en el cuartil superior de diversidad étnica y cultural en equipos ejecutivos fueron 33% más propensas a ser líderes de rentabilidad en su industria.
Más allá de los números, si queremos tener una sociedad más equitativa, justa y sostenible, debemos valorar a las personas por lo que son y por lo que pueden aportar. En ese sentido, será muy importantes las oportunidades, independiente de su género, edad, raza, situación de discapacidad u orientación sexual y al mismo tiempo la educación y sensibilización de las personas, para hacer más claros los sesgos conscientes e inconscientes que pudiesen existir.
En Chile hay muchas empresas que ya han abordado este tema mediante políticas, comités, acciones y programas, donde un tercio de las compañías ha puesto como prioridad el tema de D&I para el 2022 según un reciente estudio de EY.
Por el lado público, también se ha incorporado el tema mediante las normativas, como la Ley 20.422, que se encarga de establecer normas referentes a la igualdad de oportunidades e inclusión social. También está la Ley 21.275 que entrará en vigencia en noviembre de 2022 y que obligará a las organizaciones de más de 100 trabajadores a que al menos una de las personas que trabaja en gestión de recursos humanos, esté certificada en competencias laborales sobre la materia.
La preparación, educación y sensibilización en esta materia, serán claves para seguir avanzando en la senda de la Diversidad e Inclusión consciente para un desarrollo más sostenible.