En medio de la pandemia y la crisis económica y social, la corrupción aparece como un fantasma que acecha a países y sociedades enteras. La presión sobre las democracias, la concentración de poder, la crisis global y la inequidad son solo algunas de las realidades donde puede surgir la corrupción. En Chile, expertos dialogaron sobre este tema y coincidieron que esta nueva normalidad, -aunque es preocupante-, se puede transformar en una oportunidad para generar un cambio cultural contra la corrupción tanto desde el Estado como en el mundo empresarial.
La corrupción, el soborno, el robo y la evasión impositiva, cuesta anualmente para los países en desarrollo, alrededor de 2,6 billones de dólares. Una cantidad de dinero diez veces mayor que la dedicada a la asistencia para su crecimiento y progreso. Suma que equivale a más del 5% del producto interior bruto mundial.
Hoy, en medio de la crisis que ha desatado la pandemia, los gobiernos de todo el mundo se han visto en la necesidad de responder y combatir en forma rápida la corrupción, con medidas acordes a la urgencia. Más aún cuando se ha demostrado que la corrupción durante la pandemia puede socavar seriamente la buena gobernanza a nivel global y alejar aún más al mundo de sus esfuerzos por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En este contexto, expertos analizaron esta dura realidad en el encuentro denominado: “La corrupción como obstáculo para el Desarrollo Sostenible” organizado por Pacto Global Chile. Susana Sierra, presidenta de Chile Transparente y directora ejecutiva de BH Compliance, indicó que “el gran problema que tenemos es una crisis de confianza gigantesca y esto hace que las instituciones se debiliten lo que aumenta el riesgo de corrupción porque con instituciones débiles, la corrupción permea y hace lo que quiere”.
En Chile la ciudadanía ha sido víctima de la colusión entre quienes controlan las cadenas de suministro aumentando los precios y ha sido testigo de las desviaciones de dinero en las instituciones armadas por señalar solo algunos ejemplos. Hoy, la atención urgente que representa el Covid-19, está creando espacios de corrupción aprovechando una vigilancia débil de parte de las instituciones y una transparencia inadecuada desviando fondos en momentos de mayor necesidad hacia los más vulnerables.
“La problemática de la corrupción debe ser enfrentada como una cuestión de carácter sistémico. No vamos a tener resultados en la Agenda 2030 y los ODS, si es que nosotros seguimos abocados al análisis casuístico. Esto es un sistema y al establecer una cultura anticorrupción, esta supone que los actores tienen que ejercer una contribución consistente al logro de la cultura anticorrupción y las actuaciones institucionales deben ser miradas desde la integridad”, afirmó Ximena Chong, abogada Fiscal Jefe de Delitos de Alta Complejidad del Ministerio Público.
En el encuentro participaron también Mariano Gojman, Compliance officer de Siemens Chile, Emilio Oñate, decano Facultad de Derecho y Humanidades de la Universidad Central y Manuel Arís, investigador de Espacio Público. Todos coincidieron en que como país tenemos una gran oportunidad de generar un cambio cultural y que la judicialización de la ética no es el camino.
“Sabemos que las empresas han hecho un ejercicio de análisis y reflexión fuerte en medio de la pandemia donde se han fortalecido como organización. La rectitud de las instituciones es posiblemente el factor más determinante para mayores o menores índices de corrupción y así se han comprometido, por ello, estamos optimistas con los desafíos para que la corrupción no se constituya en un obstáculo en el cumplimiento de la Agenda 2030”, expresó Margarita Ducci, directora ejecutiva de Pacto Global Chile.
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