Por Astrid Pardo, Líder área Legal para el Clúster Sur Andino en Schneider Electric.
A nivel global los negocios se realizan a través de cadenas de suministros, hoy hablamos de cadena de valor porque incluye un enfoque de valor agregado que va más allá de la eficiencia de las operaciones y el beneficio económico; por su lado la gobernanza, entendida como los criterios de gobierno de una empresa, emerge como parte del valor agregado y como pilar fundamental para el éxito de largo plazo de cualquier empresa, pues todas y sin excepción se encuentran expuestas al problema de la corrupción, el cual es posible enfrentar con una estrategia de gobernanza sólida y cuando todos y cada uno de los actores de esta cadena de valor actúan juntos.
La cadenas de suministro juegan un rol sustancial en el mundo de los negocios, pues a través de sus operaciones directas e indirectas contribuyen a satisfacer las necesidades de suministro, fabricación y distribución de bienes y/o servicios para llevar a cabo un proceso de venta. Sin embargo, todos recordamos la tragedia ocurrida en la fábrica textil de Bangladesh en 2013, lugar donde habían unos 5.000 trabajadores que confeccionaban ropa para contratistas locales que su vez abastecían a varias marcas internacionales, y en donde murieron 1130 personas luego del derrumbe de la fábrica por el mal estado estructural en el que se encontraba, este hecho ha sido un golpe de conciencia sobre la trascendencia de la gobernanza en la estrategia corporativa y la importancia de la sinergia que se debe generar entre la empresa con su cadena de valor sin importar en que etapa de la cadena se encuentre.
Así mismo, ante un mundo hiperconectado y donde las acciones de una empresa son escrutadas más de cerca que nunca, un paso el falso por una mala conducta de negocio se puede identificar y transmitir al mundo en cuestión de segundos, es por eso que la conciencia sobre la ética e integridad en la cadena de valor es fundamental. Las empresas que involucran a sus cadenas de valor en programas de anticorrupción no solamente fortalecen su imagen de marca generando mayor confianza con sus partes interesadas y reducen riesgos reputacionales, sino que les permite maximizar el trabajo conjunto en la innovación y mejora del producto, aumenta el atractivo para la atracción de talento y se vuelve una plataforma para el desarrollo sostenible.
En definitiva, la gobernanza en la cadena de valor es un pilar fundamental para el funcionamiento eficiente y ético de la economía global. Al adoptar prácticas de gobernanza sólidas, las empresas pueden no solo mitigar riesgos y generar valor, sino también contribuir de manera significativa al bienestar social y ambiental.