Por Sanda Ojiambo, CEO y directora ejecutiva de Pacto Global de las Naciones Unidas.
Las pequeñas y medianas empresas (PYME’s) son una fuerza a tener en cuenta. Representan el 90% de las empresas a nivel mundial, crean dos de cada tres puestos de trabajo en todo el mundo, mantienen a más de dos mil millones de personas y son indispensables para el buen funcionamiento de las cadenas de suministro mundiales.
A pesar de su enorme repercusión, muchas de ellas aún no están plenamente comprometidas con las cuestiones medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG). Es fácil entender por qué. La Unión Europea, por ejemplo, clasifica a las pequeñas empresas como aquellas que tienen entre 11 y 49 empleados e ingresos inferiores a 10 millones de euros anuales. Una empresa mediana tiene entre 50 y 249 personas e ingresos anuales de hasta 50 millones de euros.
Los propietarios y directivos de estas empresas tienen mucho que hacer y menos recursos que sus rivales más grandes. Pueden pensar que carecen del tiempo, los conocimientos, la capacidad o los fondos necesarios para abordar problemas como la crisis climática o la discriminación de las minorías. Otras simplemente no saben por dónde empezar. Pero necesitamos que las PYME’s trabajen por un mundo mejor, por su propio bien y por el de todos.
Por qué es importante para las PYME’s estar a la altura de los criterios ESG
A pesar de la jerga, el ESG consiste en hacer todo lo posible para detener o minimizar cualquier efecto perjudicial de su empresa sobre el medio ambiente. Se trata de tratar a su personal y a sus clientes de forma justa, sin discriminación. Y se trata de obedecer las leyes y hacer lo correcto para los lugares y las personas donde opera a lo largo de su cadena de suministro.
Son principios rectores por los que toda empresa debe esforzarse. Y pueden reportar una serie de beneficios, desde la reducción de costes hasta la gestión del riesgo de que las cosas vayan mal y la empresa se vea obligada a cerrar.
El cambio se acerca para las PYME’s, les guste o no. Las normas y reglamentos sobre información ESG evolucionan rápidamente. Por ejemplo, la Ley alemana sobre Debida Diligencia en las Cadenas de Suministro, en vigor desde enero de 2023, y una iniciativa paralela de la Unión Europea, la Directiva sobre Debida Diligencia en la Sostenibilidad Corporativa, forman parte de un creciente impulso mundial para obligar a las empresas a llevar a cabo la diligencia debida en materia de Derechos Humanos y medio ambiente en todas sus cadenas de suministro. Si se les exige, las empresas deben demostrar que han identificado riesgos reales o potenciales para las personas y el medio ambiente. Las pruebas deben obtenerse de los proveedores o de los propios proveedores.
En consecuencia, las PYME’s que se queden rezagadas en materia ESG corren el riesgo de perder valiosas oportunidades con las grandes empresas, sobre todo cuando la regulación o el capital dependan de ello, a menos que puedan igualar los criterios ESG de sus clientes.
Para estar en el lado correcto de clientes, socios comerciales y reguladores, las PYME’s deben demostrar que cumplen las expectativas sociales y de gobernanza de la sociedad, y reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Pero presentar a las empresas más pequeñas una larga lista de verificación ESG y hacer obligatorio su cumplimiento no es el mejor enfoque.
Argumentar a favor del ESG
El camino correcto es enmarcar el ESG como un motor para la innovación, el impacto y el crecimiento, en lugar de como una cuestión de cumplimiento. En la actualidad, la mayoría de las PYME’s ven los programas ESG como un gasto innecesario y no perciben sus beneficios. En las encuestas de Pacto Global de las Naciones Unidas, menos de la mitad de las empresas con una facturación inferior a 25 millones de dólares informan sobre sus resultados en materia de sostenibilidad. Entre los grandes grupos con ingresos superiores a 1.000 millones de dólares, lo hace el 94%.
Hay que mostrar a las PYME’s los argumentos comerciales para adoptar el ESG: cómo reduce los riesgos y puede ayudar a cimentar las relaciones con clientes importantes. Aquí es donde las grandes empresas, con su mayor acceso a la tecnología, los conocimientos y los recursos, pueden ayudar. De hecho, algunas ya lo están haciendo.
El grupo energético italiano Eni, por ejemplo, ha puesto a disposición una plataforma digital abierta a todos, Open-es, para que las empresas puedan aprender a medir y comunicar sus datos de sostenibilidad de forma que sean comparables y compartibles. La plataforma cuenta con una red social integrada para ayudar a las empresas a encontrar nuevas oportunidades de asociación a lo largo de la cadena de suministro. Hasta la fecha, se han adherido más de 4.000 empresas de 76 países, y el 80% son PYME’s.
Ikea es otra empresa mundial que trabaja con sus proveedores para crear cadenas de valor sostenibles. Ayuda a las PYME’s a acceder a la energía renovable negociando paquetes de contratos de energía limpia para grupos de proveedores. Ikea espera que todos sus proveedores firmen un código de conducta que se inspira en los 10 Principios de Pacto Global de las Naciones Unidas. En él se establecen expectativas claras sobre las condiciones medioambientales, sociales y laborales, así como sobre el bienestar de los animales. Pero el grupo también cuenta con un “modelo de escalera” que ayuda a los proveedores a mejorar continuamente sus resultados en materia de ESG.
Pacto Global de las Naciones Unidas, la mayor iniciativa de sostenibilidad corporativa del mundo, también está dispuesto a ayudar a las PYME’s a través de sus “Redes Locales”. Éstas operan en 69 países y se encuentran en una posición única para ayudar a las empresas a comprender lo que significan los negocios responsables en diferentes contextos nacionales, culturales y lingüísticos. Su estrategia de compromiso con las PYME está desarrollando recursos y programas específicos adaptados a sus necesidades e intereses.
Las PYME’s deben aprovechar todas las oportunidades que se les presenten para adoptar y promover el ESG, porque no hay tiempo que perder. Solo nos quedan unos pocos años para alterar la trayectoria de nuestras emisiones de GEI, reducir las desigualdades mundiales y alcanzar la esencia de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Individualmente, la contribución de cada PYME puede ser modesta, pero colectivamente podrían marcar una gran diferencia.