Por Hermann Von Mühlenbrock, presidente de Pacto Global Chile.
En un escenario donde las nuevas formas de consumo nos invitan a usar de manera más eficiente los recursos disponibles, nosotros como empresarios, jugamos un rol fundamental. Apostar por introducir sistemas de producción y fabricación con un enfoque consciente, no solo es un llamado de atención de las nuevas generaciones, sino una contribución real a la construcción de un mundo y una sociedad más justa.
Las últimas crisis han dejado en evidencia que la humanidad durante mucho tiempo dejó una cuenta pendiente que en algún momento tenía que cobrarse. Un saldo que, como representantes del mundo privado, no resolveremos con tener un área de responsabilidad social o realizar acciones filantrópicas que cuiden el medio ambiente.
La sociedad nos exige ver más allá de nuestro propio negocio, ya que estamos insertos en un ecosistema que necesita que seamos protagonistas en el mundo que estamos construyendo. Seguramente han escuchado que hacer las cosas mejor es tarea de todos: de los individuos, las instituciones, del Estado, y por supuesto, de las empresas. Como agentes promotores de desarrollo podemos aportar mucho en este camino, ya que tenemos las herramientas para ayudar a definir el Chile de las próximas décadas. Hoy más que nunca debemos comprometernos con fuerza a priorizar el progreso, la transición a cero emisiones y la reactivación económica.
Cada vez más, las empresas no solo están convencidas de que hay que hacer una contribución positiva, sino que, además, la sostenibilidad supone una mayor rentabilidad y una gran oportunidad en mercados altamente competitivos. Es una fuente de ventajas que sirven para destacar sobre los competidores, promueve la eficiencia en el uso de recursos, y -sin duda- deja en una posición de liderazgo.
Estamos viviendo un acelerado viaje que nos hace transitar desde lo socialmente responsable a lo sostenible (en todas sus dimensiones), en el cual nosotros como empresarios tenemos el desafío adicional de hacer converger nuestro negocio con un modelo que nos invita conservar y cuidar el medioambiente, mitigar el cambio climático, reducir las brechas de género, apostar a la inclusión social, promover la digitalización y buscar diferentes alternativas para, en este contexto, seguir siendo rentables.
Para que lo anterior ocurra, la sostenibilidad debe atravesar todo el core del negocio. Debe ser parte del ADN de nuestras empresas, comenzando por los directorios que entregan lineamientos, pasando también por gerentes y líderes que la conducen en el día a día, y permeando así hasta el último estamento.
Nuestro mundo -y los negocios- son cada vez más complejos, impredecibles y desafiantes. Sin embargo, los cambios abren oportunidades para aquellos que sepan adaptarse más rápido y mejor a las nuevas reglas del juego. Contrariamente, aquellos que se rehúsan a enfrentar esta realidad están moviendo piezas en un tablero donde los recursos naturales son cada vez más escasos, los consumidores demandan productos y servicios responsables con el planeta, los inversores valoran criterios medioambientales a la hora de arriesgar capitales y los jóvenes buscan lugares con sentido para trabajar.
No es una exageración afirmar que quienes no adopten la sostenibilidad dentro de la estrategia de su negocio tienen -tarde o temprano- los días contados.